Mundodisco
Hace ya mucho tiempo escribí en mi blog (no en este) una especie de cuentecillo corto con moraleja (algo muy mediocre, si os soy sincero) que cierto visitante fortuito aprovechó para comparar mi estilo escrito con el de un escritor inglés llamado Terry Pratchett. Yo me felicité a mí mismo porque suponía que yo, sin leer nada suyo, había conseguido equipararme con este aparentemente talentoso y famoso literato. Tardaría aún mucho tiempo en darme cuenta de hasta qué punto estaba equivocado.
Fue durante mi segundo año universitario en Santiago (2005-2006) cuando me topé, como por coincidencia, con algunos de los libros de este señor. Viendo su bajo precio (menos de 7€ en una edición sencillita, de bolsillo) decidí comprarme uno. Al fin y al cabo, hacía mucho tiempo que veía esos libros en las tiendas y ya era hora de que leyese algo de ese tipo que "escribía como yo". Escogí el más antiguo que encontré de su colección, el tercero: Ritos iguales (1987). No era necesario leer los anteriores para entender este: eran historias autoconclusivas, por lo visto. Y costaban poco. A ver qué tal estaba.
Terry Pratchett es, según mi experiencia actual, Dios. O lo sería si el cargo de Dios no requiriese cierto grado de seriedad sacra. Ritos iguales me descubrió un humor tan especial como británico en el que no hace falta ser solemne para entender algunas cosas fundamentales de la vida. De hecho, es no-siéndolo como este autor dibuja un mundo tremendamente divertido y original al mismo tiempo que se ríe de todo lo épico y nos muestra que lo importante en esta vida es más bien sencillo, cuando no ridículamente obvio. Sus personajes no son planos, ni redondos, ni esféricos: son quintidimensionales, porque una dimensión muy especial, la de la comicidad, les hace imposibles y muy humanos al mismo tiempo. Cuando empezó ha escribir hace 20 años, Pratchett demostró ser alguien "que ha meditado mucho sobre la Vida y había entendido el chiste". Hoy, a sus casi cincuenta y diez años, sigue tan fresco como siempre, escribiendo sobre un mundo plano sostenido por cuatro elefantes que viajan en la concha de una tortuga cósmica.
Todo esto viene a cuento de que ayer me compré, por fin, el número 1: El color de la magia (1983). Aún no sé muy bien de qué va, pero parece el comienzo de las aventuras de los personajes que protagonizan el segundo libro, que ya leí, La luz fantástica (1986... ¡como yo!). También he leído el cuarto, Mort (1987). Quizás otro día me explaye y os explique de qué va cada uno y mi opinión detallada. Por ahora, sólo os los recomiendo encarecidamente. Son muy baratos, pero si fueran más caros valdrían igual la pena.

Todo esto viene a cuento de que ayer me compré, por fin, el número 1: El color de la magia (1983). Aún no sé muy bien de qué va, pero parece el comienzo de las aventuras de los personajes que protagonizan el segundo libro, que ya leí, La luz fantástica (1986... ¡como yo!). También he leído el cuarto, Mort (1987). Quizás otro día me explaye y os explique de qué va cada uno y mi opinión detallada. Por ahora, sólo os los recomiendo encarecidamente. Son muy baratos, pero si fueran más caros valdrían igual la pena.