¡POR CROM!
¡Ajá! ¡He vuelto! Y no, compañeros y compañeras: ni me he cambiado de acera, ni el insigne caballero que sobre estas líneas luce espada y bíceps es mi nueva obsesión sexual. Como muchos ya sabréis, el hombre que aquí os presento es Conan, el bárbaro (interpretado, claro está, por un archiconocido gobernator germano-americano).
Pero para los que no lo sepáis, os diré quién es: nuestro héroe, Conan, es un "bárbaro" (sea lo que sea lo que quieran decir con esto) que vivió "en una época fantástica y casi olvidada, la Edad Hiboria, que comprende los años entre el hundimiento de la Atlántida y las migraciones indoeuropeas" (I love you, Wikipedia). Conan fue creado en 1932 por el escritor Robert E. Howard en una serie de relatos para la revista pulp Weird Tales (algo así como 'Historias Extrañas'), que luego se recopilarían como novelas. Al margen de mi particular aversión hacia la clasificación convencional y para que os hagáis una idea, estos relatos se han venido clasificando tradicionalmente como "de espada y brujería" (y decir más es meterse en camisas de once varas). A partir de 1970 estos relatos fueron llevados al cómic por la horteripilante Marvel, que llegaría con el tiempo a crear aventuras completamente nuevas para el bárbaro. Por suerte o por desgracia, dicha editorial abandonó el personaje en el año 2000. Cuatro años después, la editorial Dark Horse lo recuperó en una serie (supongo que de cómics) más fiel a las novelas que su predecesora marveliana, por lo visto.
Ahora bien, de lo que yo quería hablaros en realidad era de la película. Muchos de vosotros no la recordaréis; otros muchos, no la habréis visto nunca. Bueno. Para empezar, a aquellos que la hayáis visto, la recordéis y la recordéis con agrado, enhorabuena: tenéis suerte y buen gusto. A mí me encanta: Conan el bárbaro (1982), dirigida por John Milius para la gran pantalla, me ha gustado desde las primeras veces que la vi, aquellas tardes en casa de mi amor imposible de la infancia, Désirée... (Suspiro.) Pues, bien: hace una semana, por fin, la volví a ver despúes de muchos años (la película, entiéndase)... ¡Y no me ha decepcionado de ninguna manera! Los diálogos, las interpretaciones, la estética y toda la ambientación... ¡Incluso nuestro amigo Mr. Universe estaba fantástico! ¡Todo fue incluso mejor de lo que esperaba! Podría regodearme con las mil cosas que me gustaron del tema y del argumento, pero será mejor que la veáis... conmigo, a poder ser. Verla fue fantástico, y el grupo con el que la vi, una buena panda de amigotes (aunque faltasen algunos). Pero es que también me gustó de otra manera: una producción sin complejos, con recursos limitados... Lo confieso: me sentí identificado con el espíritu del equipo que la hizo.
(A continuación podría venir un largo speech sobre mi Colegio, mis amigos de Santiago, el grupo de teatro, mi vida, etc. Pero como sería demasiado largo y emotivo, y como mi vida es el único tema del que no controlo o sobre el que tengo alguna reserva, no habrá tal cosa.)
"el día que yo muera, Crom me llamará a su presencia y me preguntará cuál es el Secreto del Acero. Si no lo sé, ¡me echará del Walhalla y se reirá de mí! ¡Ese es Crom! ¡Fuerte en su montaña!"
Por otro lado, puede que adorando a este falso dios pongamos furiosos a otros dioses más poderosos, pero...
¿Quién quiere vivir para siempre?