jueves, 28 de febrero de 2008

Hombres buenos

Después de haber contestado de nuevo a los comentarios a mi entrada anterior, creo que ya he liberado suficiente ira como para poder escribir, como me propongo, con un poco de calma. Probemos.

Primero haré un breve relación de los hechos:

Hace unos días, un buen amigo me sugirió asistir a una manifestación contra las agresiones de supuestos universitarios a conferenciantes políticos (ocurridas aquí, en la USC, pero también en otras universidades de toda España, a ponentes de ideologías muy distintas). La conferencia sería el día 28 de febrero a las 12.00, frente a mi facultad. Por conciencia, entenderéis que me sintiera obligado a asistir, aunque la manifestación corriese el riesgo de ser mediatizada por cualquiera de las fuerzas políticas. Y es que considero que el derecho a la libertad de expresión y la condena de la violencia, verbal o física, forma parte de una cultura democrática que debemos proteger y fomentar. Por esta razón, supuse que la iniciativa reuniría a una parte importante del alumnado, independientemente de su afinidad política. En fin. Cuando me personé en el lugar correcto y a la hora concertada, no me lo podía creer: había sólo siete u ocho personas dispuestas a apoyar la manifestación. Esperamos un poco, pero cuando quedó claro que seríamos los únicos que acudiríamos, se leyó un comunicado breve y moderado (que me pudo gustar más o menos, pero que no decía nada fuera de lugar y sí muchas verdades) y luego nos fuimos, no sin antes ser ligeramente insultados por un grupo numeroso de estudiantes (más numeroso que el nuestro, al menos) que nos llamaron "fascistas" y nos sugirieron que deberíamos estar "fora da Universidade". Por lo visto, tenían pensado hacer una contra-manifestación que chocase con la nuestra, pero el aspecto lastimero y ridículo que tenía nuestro grupo debió de darles pena. No quisieron sentirse como unos abusones, supongo, así que se conformaron con burlarse de nosotros. Diez minutos después, volví a mi clase. No fui capaz de atender a nada de lo que dijo la profesora.

Ahora que estoy más calmado, creo que puedo hacer un escueto balance de como me sentí: humillado, herido, lastimado. Pero lo peor fue lo que vino después: la frustración. Supongo que fue por el pánico, pero cuando uno de los contra-manifestantes, sintiéndose amparado -sospecho- por la masa que le respaldaba, nos lanzó algunos insultos y comentarios mordaces, sólo pude sonreír, como un ciervo paralizado. Después, se me ocurrieron algunas cuantas cosas para decirle, ingeniosas y sólo tácitamente agresivas, algo que me habría permitido reducir su aplomo a una merecida humillación. Lo de siempre, ¿verdad? Supongo que eso es lo que el pretendió hacerme, con bastante éxito. Esa reacción mía fue sólo fruto de la humillación que experimenté en ese momento. Quizás sea mejor que no se haya sabido reaccionar en ese momento.

Pero lo peor de todo es lo que siento ahora: desamparo y decepción. ¿Realmente hice algo que se mereciera una recepción semejante? Creo que yo, como ellos, tengo derecho a expresarme, siempre que no impida de esa forma que otros se expresen. No creo que nadie tenga derecho a acallar o agredir a otros, y mucho menos a demonizar al contrincante, práctica bastante extendida en este país. Eso era lo que yo quería defender en esa manifestación. Sé que muchos opinarán que los contra-manifestantes eran sólo unos estúpidos, o unos niñatos, o unos revolucionarios de salón, o unos intolerantes, o unos etcétera etcétera. Pero ahora no voy a criticarles a ellos. Lo que ahora me llena de ira es que nadie saliera en mi defensa. No creo que estuviera equivocado. De hecho, creo que mucha gente estaría de acuerdo conmigo. ¿Qué sucedió? ¿Nadie creyó que mi derecho a manifestarme pacífica y respetuosamente mereciera ser defendido? No se trataba de compartir y apoyar lo que allí se dijo. Se trataba de defender nuestro derecho a decirlo.

Hay una frase que siempre ha tenido un gran significado para mí, pero hoy se me hace especialmente dolorosa: basta el silencio o la inacción de los hombres buenos para que unos pocos malvados impongan su ley. Esos hombres buenos que dan título a mi entrada no son aquellos con los que me reuní frente a mi facultad para defender, desde el respeto, un derecho que es de todos y para todos. Al fin y al cabo, de todo habría en nuestra viña.

Los hombres buenos que dan título a esta entrada son esa gran mayoría del alumnado que oyó como éramos humillados por defender nuestras creencias y, aún sabiendo que lo correcto tal vez hubiera sido intervenir, decidieron no hacer nada.

A ellos les dedico esta entrada.

PS. También dedico esta entrada a Anido, un hombre bueno y valiente que se atrevió a ser la cabeza visible de nuestra manifestación. Puede que no esté de acuerdo con él en las formas y no apruebe todo lo que piensa (e incluso puede que piense que deberías centrarte más en tu tesis, Anido), pero en cosas como lo de hoy, siempre le apoyaré.


Actualización 2008-04-21: Reniego en parte de muchas de las cosas que dije en este post, evidentemente fruto de unas enormes humillación y frustración mal llevadas. El caso es que esa manifestación no fue tal, de lo mal organizada que estuvo. Incluso hay algún punto oscuro que no quiero ni recordar. El fondo del artículo, sin embargo, creo que sigue siendo muy válido.

6 comentarios:

  1. Se olía el pastel, no me digas que no... Y con esto por supuesto no me refiero a que te metieras a sabiendas en la boca del lobo con 7 rancios falangistas, si no que, a sabiendas de que probablemente ibáis a ser personas normales, iba a ser utilizado por ciertos grupos como arma contra nosequé. Y aún así fuiste. Y ES ADMIRABLE. Y te debería llenar de orgullo. Aunque me pongo en tu lugar y desde luego, primero les habría gritado algo de mala manera, con mucha razón pero con poco sentido porque me hubieran traicionado los nervios. Luego me habría hechado a llorar, pero eso, como bien sabes, va en mis genes, como ir de compras :)

    Aunque era de esperar, no deja de ser sorprendente, vergonzoso, repusivo, triste, y despreciable, etc, etc (obviedades).

    Pero además me muestra que muchas veces tenemos unos prejuicios injustificados. Vosotros eráis 7 y cada uno tendría unas razones que le hicieron acudir finalmente a la manifestación. Y se os metió a todos en el mismo saco (el equivocado). Pues cuánta gente con cúantos diferentes motivos no habrá en una manifestación multitudianria contra, pongamos por caso, la negociación con ETA.

    Lo ideal sería no buscar segundas intenciones en este tipo de actos. Ceñirse a lo que la manifestación reivindica, y si estamos de acuerdo, acudir, la convoque quien la convoque. Es fácil decirlo pero luego llegan unos gañanes a decirnos lo que somos o dejamos de ser. Qué asco, en serio, qué asco.

    Cambiando de tercio, echo una mirada a la izquierda de la pantalla y no veo ni una triste mención a mi persona. ¿Qué parte es la que me falla, la de "blog", la de "amigo" o la de "recomendado"? ¿O será que quizás no sabrías como sintetizar en pocas palabras el rico y elaborado contenido de "Ícaro cayó"? (es broma, es broma...) Y ponle nombre a esto, tío soso. Besos

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  2. Verás, seré sincero, dije que iba a ir y no fui por pereza. Salí de clase a las 11 y no tuve más en toda la mañana.
    Ahora bien, tampoco os podéis quejar demasiado, es decir, yo sabía de la manifestación por Anido, que si no, no me hubiese enterado. Es decir, estuvo muy poco/nada publicitada.
    Creo que si hubiese tenido más publicidad hubiese ido más gente.
    También creo que si hubiese estado y uno de esos me hubiese insultado, habría acabado en comisaría declarando. De hecho me estoy poniendo de mala ostia ahora, así que imagínate.

    Un saludo, Javi.

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  3. Hola, no sabía que habías vuelto! Bueno, lamento que la manifestación fuera un fracaso, que fuerais maltratados por vuestros "rivales" (aunque admito críticas por una nomenclatura que no te va a gustar seguramente) y que descubras con amargura que la gente normal como tú en situaciones de presión imprevistas reaccionen como gente normal y que en el mundo con las buenas intenciones no bastan. Pero no es algo para entristecerse, es algo para reflexionar, si queréis hacerlo. te queda el orgullo y la tranquilidad de haber hecho lo correcto, esto es, obrar de acuerdo con tus creencias sin hacer daño a nadie, y esto, créeme, amigo mío, no es poca cosa. Un saludo!

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  4. ¡Ey, mola! ¡Tengo anónimos!

    Querido anónimo,

    Te agradezco tus palabras, de verdad. Desde aquella manifestación y desde que escribí esta entrada he tenido tiempo para pensar (también he escuchado nuevas versiones de los hechos) y me he dado cuenta de que fuimos "mártires" (aunque admito críticas por una nomenclatura excesivamente melodramática) de forma innecesaria: todo pudo organizarse mucho mejor, ya que casi nadie en ninguna parte supo nada de esa manifestación, convocada en defensa de unos valores que aún ahora suscribo, evidentemente. Pero esa mala organización hizo merecido nuestro ridículo (lo que no significa que deje de condenar la actitud de los contra-manifestantes). Pero, ¿cómo iba nadie a intervenir si no sabía de qué iba la cosa?

    Desde esta nueva óptica, esta entrada pierde su sentido: confío en la gente, y sé que tendré más ocasiones de comprobar si hago mal.

    Espero que este comentario sirva para matizar (y actualizar) mi opinión respecto a lo que sucedió. Al fin y al cabo, no encajaba con mi forma de ser y de ver las cosas. ¿A que no?

    Por cierto, anónimo: ¿quién eres?

    ¡Adious, chicous!

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  5. Yo soy anónimo, MUAHAHAHHAHAHAHAHAHHAHAHAHAHHAHAHAHAHAHAHHAHAHAHHAHAHHAHAHAHAH!!!!!!

    Aprended a temer mi inmortal reino de legados sin responsabilidad!! Yo temeré a blogger que no me dejó identificarme. porque claro, la culpa no es mía es de blogger... olvídalo. Snifffff!

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  6. Loable la rectificación del post, jeje.
    Humildemente, yo creo que el problema básico que subyace en situaciones como la que describes es el afán clasificatorio, la "ticket mentality" que tenemos todos. La politización es su forma visible: o estás conmigo, o contra mí. O eres nacionalista-independentista, o fascista. O piensas como yo, o eres un radical.
    Sinceramente, y ya sé que queda feo decirlo, no creo que lo de San Gil fuese tan grave. Fue una rabieta de mal gusto, y punto. Se sobredimensiona porque es muy rentable políticamente, y ya sabemos todos cómo está el nivel político en España... Como también es rentable para los que se soliviantaron crear un halo de dignidad disfrazándose de bravos combatidores de un fascismo que no sé donde ven. Los unos y los otros están ocupados en crearse su propia imagen. Cuando quieran realmente hablar, lo harán. Aunque yo no creo que a nadie le interese...

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